Tiestos

Los Tiestos son una especie de greguerías llevadas al terreno del poema objeto. En esta intersección entre lo visual y lo textual puede crearse una red de cruzadas relaciones sinestésicas en algunos casos, de nudos conceptuales paradójicos o de boutades tautológicas en otros (la tautología es utilizada en el tiesto para descubrir aspectos insólitos de la realidad, ocultos por su propia evidencia). La perplejidad también puede estar invitada, a menudo a través del encuentro casual entre elementos o conceptos a los que la costumbre no suele reunir (el famoso encuentro surrealista entre un paraguas y una máquina de coser). Esta perplejidad suelo convocarla sembrando el equívoco para propiciar el juego interpretativo a través de una relación «incómoda» entre la esencial ambiguedad del lenguaje -que aquí se manifiesta a través de los títulos o signos linguísticos presentes en la obra-, y la radical precisión de lo visual.

Hay tiestos poéticos sembrados de algún objeto ensimismado ajeno a nuestras interpretaciones; son los tiestos más herméticos, que destilan la savia de un enigma que suele proceder de objetos simbólicos utilizados por mi desde hace tiempo en cuadros (calabazas, piedras, etc.).

El humor viene a ser el medio aglutinante que puede provocar una sonrisa o una sospecha en algunos tiestos.

Además de los poéticos y humorísticos, también hay  tiestos metafísicos, así como otros más manifiestamente conceptuales.

El tiesto explora particularmente el territorio de lo redondo. La maceta es una plaza soleada donde crecen las plantas alimentadas por la savia del Sur. En mis tiestos siembro plantas curiosas que nacen desde la buhardilla de la conciencia, ese lugar habitado por los pájaros de un pensamiento que se hace aéreo, caprichoso y polimorfo, abundante en desvaríos, huidizo y esquivo de solideces: los tiestos son los agujeros en el queso de Gruyere de las certezas. La propia redondez del tiesto invita al homenaje a la curva: redondo es el mundo, el huevo y la sartén, la cabeza y el sostén: la vida es redonda como una nuez.

Pedro Linde. 2007.

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